viernes, 23 de marzo de 2018

Andante Cantabile en Sí Menor

Por Valentina Rodriguez Fernandez
Temática libre

Qué concierto tan aburrido. Mi mamá me regaña porque me estoy durmiendo, pero yo no tengo la culpa de que esta vaina esté tan maluca. Me regaña porque me pego del celular, pero yo solo quiero irme de aquí, y eso sería un regaño peor. Menos mal traje mi pluma, porque "todo caballero debe llevar siempre una pluma", eso dice mi papá. Él la usa para firmar cheques. Yo empiezo a escribir, escribo esto que me sale sin pensar, pero como me aburro tan fácil, me da locha hasta escribir y mejor me pongo a dibujar... Pues, lo que estoy viendo, y como estamos en segunda fila, lo único que tengo en frente es la orquesta, pues tocó. Estoy buscando, entonces, a alguien que sea por lo menos un poquito interesante para dibujar. A ver... Qué director tan feo, todo calvo y flaco, parece salido de una película de Tim Burton, de esas que hizo en stop-motion... Ese trompetista es gordo y también calvo y qué pereza. Como que todos los mayores de cincuenta años se quedan calvos. Yo no quiero que eso me pase, qué pereza, a las mujeres no les gustan los calvos. A ver... Busquemos mujeres pues, debe haber por lo menos una bonita. ¡Uy! ¡Esa si está muy linda! Esa muchacha del chelo es hermosa, a esa voy a dibujar. Saco la pluma del bolsillo de la chaqueta. A ver, esa muchacha es bonita, pelicafé, como chocolate. Demás que a eso huele, qué rico, me encanta. Me encantan las peladas que huelen rico, a flores, a  frutas, pero mejor si huelen a chocolate. ¿Será que también sabe a chocolate? El chelo es café y también parece hecho de chocolate. Su piel es un poco morena, como esos chocolates que mezclan con leche. Incluso el vestido es beige, que se ve como chocolate blanco, que no me gusta, pero que me comería si fuera ella. Bueno, me pongo a dibujar ahora sí. Aquí va el cabello, el vestido, su piel, las luces y sombras. Eso, luz. Dibujemos un reflector sobre ella, con luz cálida, caliente, que la haga sudar, eso me gusta. Mi mamá me dice que la muchacha del chelo es muy bonita, que la acaban de señalar a ella sola con un reflector amarillo, que ella es la protagonista, que qué calor debe tener porque está sudando mucho, que debe ser por la luz. Yo miro y eso está pasando, como en mi dibujo, yo no me lo creo. Paro de dibujar y solo la miro, a esa mujer hermosa que debe oler y saber a chocolate. ¡Esperen! ¡Algo está pasando! Esa muchacha se está como derritiendo, pero en serio, como el chocolate. Mientras avanza su solo se va cayendo al suelo de la tarima de madera y chorrea hasta llegar a mis pies. Esto me tiene impactado, pero como soy tan curioso, me unto los dedos de ese líquido extraño. La verdad es que esa chica si sabe a chocolate.

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