Temática libre
‘Guerrillera’ dijo hombre
que había arremetido en mi casa hace un momento, Don José me dijo que usted es
la novia del comandante guerrillero del
pueblo, dígame la verdad y puede que le perdone la vida, completó, dudé
unos segundos, aún estaba estupefacta por el impacto con el que el hombre entró
a mi hogar, con la voz temblorosa y evidentemente nerviosa les respondí: no
tengo novio, él me violó, no fue mi culpa, no pude hacer nada para evitarlo, con
la cara de vagabunda que tienes no dudo que lo hayas disfrutado, dijo él, acto
seguido me escupió en la cara, yo no podía dejar de temblar, tenía mucho miedo,
su fusil era incluso más grande que el que llevaba el comandante el día que me
desfloró.
Ya me voy a encargar de
ti, puta, dijo mientras se quitaba sus botas pantaneras, antes de que pudiera
pensar en algo él se despojó de toda su ropa y rasgó la mía con una rapidez
increíble, me golpeó la cara, me empujó contra la pared y me penetró con una
dureza implacable, no paraba de gemir, de halarme el cabello y decirme que era
una puta, yo solo lloraba, los recuerdos de la violación por parte del
guerrillero volvían a mi mente, no podía creer que esto estuviera sucediendo de
nuevo, tal vez si era una puta, al parecer cualquiera podía poseerme cuando se
le antojara, tal cual una muñeca inflable.
Después de todo mi difunta
madre tenía razón, paramilitares y guerrilleros eran basura del mismo saco, por
mucho tiempo creí que los primeros eran los buenos de la historia, en un pueblo
donde la guerrilla mandaba a su antojo y el ejército era prácticamente
inexistente, los paramilitares parecían ser los salvadores, pero en ese momento
me di cuenta de lo equivocada que estaba, y los odié, los odié a todos, país de
mierda, ¿qué tan miserable tengo que ser
para que estén felices? Pensaba yo para mis adentros.
De repente sentí su semen
en mi rostro y me alegré porque creí que todo había acabado ahí, me agarró el
cabello y empujó mi cabeza hasta golpearla con el piso, acto que hizo que perdiera
mi capacidad de razonamiento, me quedé unos segundos tirada ahí sin más, hasta
que dijo “mírame a la cara puta”, con nervios le hice caso, tenía su fusil en
los brazos, lo acercó a mi cabeza y dijo “esto te lo ganaste por guerrillera“,
yo solo cerré los ojos.
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