miércoles, 21 de marzo de 2018

Un Hombre es una Sombra en Sueños

Por Mariana Lozano Arboleda
Temática libre


Estaba cansado de tanto caminar o talvez cansado de estar encerrado en sus pensamientos. Jaime había caminado ya unos veintiocho kilómetros desde el inicio del sendero. Cómo todo un aficionado explorador se había propuesto a llegar hasta la cima, pero sin estar seguro de su trayectoria. Podía haber dado una que otra vuelta alrededor de la montaña y no haber avanzado nada. Sentía su voluntad frágil. Hace varios kilómetros se había quedado sin agua, estando seguro de que encontraría cualquier arroyo. Trató de seguir subiendo, esta vez, lo más en línea recta posible. Llegó a un terreno plano, suspiró, y observó a través de un bulboso relieve las ramas de un guayacán danzando al son del viento. Caminó hacia este sin dejar de mirar hacia arriba y se quedó parado frente a él mirándolo con su expresión fatigada. El viento sopló un poco más fuerte y liberó de su paraje varias flores que ligeras cayeron girando rápidamente en un perfecto bailoteo de despedida. Una se sentó en la frente de Jaime, quien no había movido un músculo desde que se paró allí. Reaccionó, y sintió como esa flor le quemaba la piel. Se percató de que le dolía el cuello y sus piernas deseaban colapsar. Vio la entrada de una aparente cueva y se acercó. No quiso comprobar su insondable naturaleza, solo quería refugiarse allí, en el cobijo de su oscuridad. -¿Qué haces aquí? Se sorprendió y miró hacia el infinito oscuro de la cueva. ¿Para qué viniste? Su respiración agitada y repentina desesperación no le dejaron ver la pequeña criatura que le hablaba. Agarró su maleta y a la primera zancada cayó al suelo. Gimió de dolor. - Las cuevas están hechas de piedra caliza Jaime, no son el suelo de tu casa.- Se giró. A dos metros sobre él en un altarcillo, estaba parada una alondra que lo miraba inerme. - Quítate los zapatos- puerilmente hizo caso. Las medias se le habían pegado a los pies y cuándo ingenuamente tiró, estás salieron de sus pies llevándose trozos de piel. Lanzó un ahogado grito de dolor y vio como sus pies comenzaban a sangrar. -Los hombres son seres delirantes, ni siquiera se percatan de su propia naturaleza.- Jaime miró a la alondra exigiendo compasión. -¿Para qué viniste?- El joven adolorido y frustrado comenzó a llorar. -Viniste a sanar tus confusiones y tus miedos, pero lo que hiciste fue herir tu cuerpo y esencia con tu orgullo y ceguera.- Jaime se acostó sobre su hombro derecho y se quedó con la mirada perdida -La vida es una encrucijada- Atinó a decir el joven. La alondra se sacudió y rasco su lomo con el pico, luego miró hacia el cuerpo en el suelo. -Eres solo una sombra… perdida.

1 comentario:

  1. El cuento "un hombre es una sombra en sueños " me inspira en y me ha enseñado que hay una búsqueda hacia senderos lugares nuevos que me traerán ilusiones y fracasos, los cuales yo seré el protagonista y mi tarea será descubriríos. Este fue la expresión y sentimiento al leer el cuento .Me gustó muchísimo

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