viernes, 23 de marzo de 2018

La Última Tarde

Por Juan Manuel Garces Suarez 
Temática libre


Retumban las campanas de la catedral anunciando la misa de seis de la tarde, mientras Manuel, un arquitecto de título que se había dedicado la mayor parte de su vida a producir trabajos académicos, cierra el taller de carpintería que en sus últimos cinco años de vida, le había servido de ocupación.

Como era de costumbre desde su retiro, Manuel regía su rutina por las campanas de la catedral.Se levantaba con las campanas que anunciaban el rosario de aurora, almorzaba con las de misa de doce y cerraba el taller para merendar con las de seis. Manuel baja entonces por la falda de la emisora hacia el café de su prima segunda donde le conocían sus caprichos y cuya terraza ofrecía una vista global del parque principal del pueblo, tal como lo había hecho en los últimos cinco años.

Pero esta tarde era algo diferente pues Manuel ocho días antes había hecho el pedido de la merienda dos veces, y un mes antes había encontrado el cincel en la nevera. Para muchos no significaba nada, pero para él que sabía los antecedentes familiares solo podría significar algo: a sus sesenta y cinco años de edad estaba perdiendo la memoria.

Manuel se sienta en la mesa de siempre, que nunca estuvo ocupada, pide un café mientras tanto y meditabundo observa las dinámicas que se dan en el parque.Había merendado centenares de veces en La Plaza de Oriente en Madrid y otras decenas de veces en el Centro Pompidou en París, pero los sentimientos de los que se llenaba al estar en el parque del pequeño pueblo escondido en algún lugar de la cordillera, nunca fueron igual de fuertes.

Se aferraba a sus recuerdos, a sus viajes, a lo feliz que había sido y los logros profesionales que había alcanzado, desde muy joven tenía como filosofía vivir para recordar, y de algún modo era lo único que le quedaba. Paga la cuenta, sale del café y sube por la falda de la emisora, abre la puerta de la casa que le heredó su padre y pone su lista de reproducción:

 “…Quiero pueblito viejo morirme aquí, en tu suelo,
Bajo la luz del cielo que un día me vió nacer.”

BANG.

Al otro día antes del Rosario de Aurora, Doblan las campanas por Manuel.

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