Temática libre
Retumban las campanas de la catedral anunciando la misa de
seis de la tarde, mientras Manuel, un arquitecto de título que se había
dedicado la mayor parte de su vida a producir trabajos académicos, cierra el
taller de carpintería que en sus últimos cinco años de vida, le había servido
de ocupación.
Como era de costumbre desde su retiro, Manuel regía su
rutina por las campanas de la catedral.Se levantaba con las campanas que
anunciaban el rosario de aurora, almorzaba con las de misa de doce y cerraba el
taller para merendar con las de seis. Manuel baja entonces por la falda de la
emisora hacia el café de su prima segunda donde le conocían sus caprichos y
cuya terraza ofrecía una vista global del parque principal del pueblo, tal como
lo había hecho en los últimos cinco años.
Pero esta tarde era algo diferente pues Manuel ocho días
antes había hecho el pedido de la merienda dos veces, y un mes antes había
encontrado el cincel en la nevera. Para muchos no significaba nada, pero para
él que sabía los antecedentes familiares solo podría significar algo: a sus
sesenta y cinco años de edad estaba perdiendo la memoria.
Manuel se sienta en la mesa de siempre, que nunca estuvo
ocupada, pide un café mientras tanto y meditabundo observa las dinámicas que se
dan en el parque.Había merendado centenares de veces en La Plaza de Oriente en
Madrid y otras decenas de veces en el Centro Pompidou en París, pero los
sentimientos de los que se llenaba al estar en el parque del pequeño pueblo
escondido en algún lugar de la cordillera, nunca fueron igual de fuertes.
Se aferraba a sus recuerdos, a sus viajes, a lo feliz que
había sido y los logros profesionales que había alcanzado, desde muy joven
tenía como filosofía vivir para recordar, y de algún modo era lo único que le
quedaba. Paga la cuenta, sale del café y sube por la falda de la emisora, abre
la puerta de la casa que le heredó su padre y pone su lista de reproducción:
“…Quiero
pueblito viejo morirme aquí, en tu suelo,
Bajo la luz del cielo que un día me vió nacer.”
BANG.
Al otro día antes del Rosario de Aurora, Doblan las campanas
por Manuel.
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