jueves, 22 de marzo de 2018

El Turno

Por: Juliana María Arango Gómez 
Temática libre 

El día era oscuro, así como quedó la casa sin la pequeña silueta de Carmen, ella era luz y ahora que no estaba no se sabía por dónde andar. Los pájaros volaban sin prisa pero con la ligereza que van dando los días resueltos, ¿serían ellos los responsables? era una posibilidad, ¡Pedro no regresaba! Pero y ¿si su turno había llegado?

Si era este el caso, quizás no volverían a verlo o al menos no como siempre, ¡ah, pero qué alivio creer que tal vez ahora él era más feliz! Pedro ya podía volar, se lo imaginaban una y otra vez paseando por los aires con sus alas llenas de colores, tan fuertes que hacían olvidar toda angustia de quienes lo vieran; - ¿la recordaría?, esa pregunta hacía acelerar el corazón de Carla, hacía que su respiración se agitara y un dolor embargaba su corta existencia, imaginaba quizás, que Pedro y Carmen estaban juntos.

Todos los días Carla esperaba su turno, ya sin miedo a lo desconocido, ahora ella quería volar y recorrer los mismos paisajes que sus ausentes parientes.

Mientras tanto todos en la comunidad seguían tejiendo, labrando, trabajando, durmiendo y hasta amando, nadie allí pensaba en lo que les había de pasar, en lo inevitable, nadie quería pensar en ello y cuando alguien cercano seguía el turno, festejaban… lo hacían por sus colores, por su transformación, lo hacían en silencio. Casi siempre terminaba ganando la nostalgia de la ausencia irremediable.

Carla se despertó esa mañana de febrero, transcurrido algunos días desde el vuelo de Pedro y allí en silencio entendió que su turno había llegado, no hizo drama, ni siquiera lloró, había llegado por fin el día más anhelado de su existencia, ahora Carla ya no era una Oruga.

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