miércoles, 21 de marzo de 2018

Hábatus, el Nuevo Precio de la Vida

Por Cristian Camilo Rojas Obando
Temática libre


Sentado en un hangar observo una puerta a través de la cual, por la pequeña hendija de abajo, sale una luz intermitente. Si pudiéramos mirar a través de ella, al final de un estrecho y vagamente iluminado pasillo, se encuentran dos hombres sentados de frente, amarrados de pies a cabeza, mirándose fijamente a los ojos. Una de sus manos, la dominante de cada cual, sujeta un arma (una 38 Smith & Wesson) debajo del mentón del otro. El juego es simple de explicar, aunque no los motivos que llevan a cada uno a participar, porque no lo sé: tal vez sea locura disfrazada de ambición.

Hay tres posibles desenlaces de juego: ambas armas están cargadas, solo una lo está o ninguna. Si decides no disparar al sonido del timbre y tu arma estaba cargada, a través de un pequeño hoyo ubicado detrás de ti, te disparan. Si no disparas y ninguna estaba cargada, ambos mueren; no se pagan veinte millones de dólares para tener compasión o sentir culpa. No hay lugar para el arrepentimiento, solo un pensamiento debe habitar tu mente al entrar al cuarto: apretar el gatillo; quizá el azar me favorezca y salga indemne y triunfante.

Seis hombres expectantes al sonido del timbre y su consecuencia; intuyo algo de placer morboso al ver sus caras sonrientes, pero seguramente sea mi impresión: “caras ves, corazones no conoces” recuerdo intentando alejar el sentimiento de desprecio hacia ellos. No dejo de mirar la hendija bajo la puerta…se escucha el timbre, se ve un fogonazo, se escucha un disparo. La mortecina luz del pasillo se disipó bañando la habitación de oscuridad, de sangre, de muerte.

El director se levanta de la silla con una lámpara en mano y me invita, con voz de mando, a seguirlo. Desconcertado obedezco, mi labor periodística lo exige. Abre la puerta descubriendo la oscuridad del pasillo; es como estar en la entrada de una inexplorada caverna: ansias, preocupación por el peligro, excitación por observar lo desconocido, lo insospechado; más aún con un juego de azar. Enciende la lámpara; camino detrás ya que el pasillo es tan angosto que no cabemos uno al lado de otro. De repente se ilumina la escena, semejante a la de una película gore: ambos hombres con sus cabezas estalladas por el fulminante balazo; pero solo uno, sonriente, había ganado cuarenta millones de dólares, el precio de dos ambiciosas vidas.

1 comentario:

  1. me encanto este cuento la forma como ilustra los detalles me transporta

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