martes, 20 de marzo de 2018

Pecados de Guerra

Por Juan Pablo Narváez
Temática libre


23 de enero. La lluvia era tanta que difícilmente se podía ver hacia el frente. Las líneas de agua evitaban que el teniente Lloyd siguiera a su tropa, se quedó al lado de la orilla del río intentando taladrar con su mirada los barrotes de agua que lo impedían. De pronto, escuchó un murmullo que venía desde las grandes rocas prehistóricas. Se acercó, tomó la espada de su cintura y, mirando al cielo, rescató un poco de furia.

Era un hombre con piel de sangre y estomago perforado, con uniforme del bando enemigo y con una espada apuntando inútilmente en contra del teniente Lloyd. No se dirigieron una sola palabra, en lugar de eso, parecían contar en sus cabezas los segundos restantes para el desenlace.

El teniente Lloyd hallo en su hombro derecho a medio caer su nombre de pila, Alfred. Era extraño encontrarse con el nombre de su padre en manos de otro dueño en tan penosa situación. Alfred no se movía siquiera, solo mantenía los ojos fijos en el teniente Lloyd, aunque la lluvia pareciera atravesar sus ojos como torpedos. Parecían estarse contemplando uno al otro intentando escudriñar entre sus intenciones más oscuras. No había palabras de por medio, solo dos espadas filudas que se coqueteaban pero que también parecían no conectar.

El teniente Lloyd, aburrido de su posición frente a un cuerpo moribundo, apunto su espada a la garganta de Alfred, bostezó por unos segundos y, cuando la presión de sus dedos parecía aumentar, Alfred profirió sus palabras de despedida alabando al teniente por su benevolencia. La espalda se detuvo y Alfred, confundido, parecía llevar su garganta al filo de la espada. El tiempo pareció ir más lento y, cuando la lluvia aumentó advirtiendo el poco tiempo que quedaba, el teniente Lloyd se abalanzó sobre la espada de Alfred dejando a su pecho dividido.

La pupila de Alfred parecía adueñarse de su iris y, siguiendo con la línea de miradas silenciosas, el teniente Lloyd lo observó detenidamente, le sonrió levemente por un momento y como despedida dijo “¿qué sería de un teniente benevolente?”.

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