martes, 20 de marzo de 2018

Aviones de Papel

Por Sebastián Montoya
Temática libre


El amor que él sentía por ella lo hacía escribir a diario, ella llevaba 6 días en el extranjero con su familia y él no paraba de enviarle regalos con cartas larguísimas, pero nunca llegaba respuesta.

Una tarde, sentado en su escritorio estaba organizando la hoja donde iba a escribir su próxima carta, miró por la ventana y se estremeció al ver aquella mujer; una hermosa morena de labios delgados y cabello rizado, su caminar era elegante, paso la calle y entro a la casa que quedaba al frente de la suya.

 Él nunca había visto a aquella mujer, miró de nuevo la hoja y empezó a escribir pero esta vez no para su novia. Al terminar de escribir esa propuesta, donde él era un romántico poeta que la invitaba a salir, miró por donde podía hacer la entrega, en la casa había una ventana que daba con un corredor, estaba abierta y vio pasar a la chica; tomó la hoja y armó un avión de papel y lo tiró… El avión voló como ninguno que él había hecho en su vida, entró, justo en ese momento pasó ella, se agachó, agarró el avión y miró hacia la habitación de él, apenas vió lo que ella hacía se tiró al piso de un salto.

A eso de dos horas de que ella haber tomado el avión no llegaba respuesta, hasta que tocaron a su puerta, él bajó con la ilusión de que fuera ella con una respuesta, pero en vez de eso había un hombre muy grande y musculoso, le tiró en la cara una bola de papel y lo amenazó para que no volviera a intentar nada con la chica, él asintió con la cabeza y cerró la puerta, se agachó, cogió la bola y estiró el papel, era su avioncito hecho añicos… Pero atrás había un “Sí” rojo. Soltó una sonrisa, tiró el papel lejos, subió lo más rápido posible las escalas de su casa, entró en su habitación, tomó su lapicero y empezó a escribirle todos los detalles de la salida, hizo un avión y lo lanzó apresurado… Éste no tuvo el mismo trayecto que el primero, se desvió y cayó en el jardín de su casa; él no se rendía, siguió armando y tirando aviones, pero todos caían en su jardín.

Mientras hacía su avión número 25, vió con sorpresa un avión que entraba por su ventana, tenía un color diferente a las hojas de su cuaderno, se levantó y lo atrapó, lo deshizo mientras sentía un aroma de una loción de mujer, se estaba emocionando hasta que leyó lo que decía… Se asomó por su  ventana y entre todos lo aviones de papel, estaba su novia con una libreta en mano, su mirada decía mucho, estaba iracunda y triste.

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