miércoles, 21 de marzo de 2018

Una Semana en el Manicomio

Por Leonardo Zapata Marin
Temática libre


El primer día que lo vi, me dio un trago, creo que lo hizo porque estaba cruzándome en su camino. Nunca quise cruzarme en el camino de nadie.

El segundo día paso al mismo tiempo, pero no fue hacía a mí, me intrigaba bastante… aún asi se quedó mirándome mientras terminaba de pasar.

Al tercer día, como suele suceder en muchas historias de mi vida, paso algo impactante. Esta persona se acercó, reclino su cuerpo, me sonrió y me dio un trago, esta vez todo fue muy intenso.

Supe que trabajaba cerca, pues era un domingo y muy pocas personas paseaban por allí, él tampoco lo hacía. Siempre logré recordar muy bien el rostro de las personas que me daban un trago, sobre todo el de esta persona, de la cual siempre tuve la impresión de que nunca quiso ayudarme.

Impacientemente espere el primer dia de jornada laboral, donde el volvería, me impresione pues nunca hacía esto. Allí estaba, al cruzar la esquina a la misma hora de siempre, de igual manera se cruzaron nuestras miradas, supe que sabía que yo estaba esperando. Hizo lo mismo, pero esta vez su sonrisa estaba acompañada de un - ¿Hola, como estas? - No pude decir nada, tampoco dijo nada mas y ni un trago se detuvo a dar.

Un martes trece fue el día de mi suerte. Había olvidado que esta persona parecía que no quería ayudarme, ahora esperanzaba y ansiaba lo contrario. Ya sabía la hora en que aparecería en aquella esquina y no me defraudo. Se me acerco, no hubo ninguna mediación, el amor y la confusión hicieron de mi control. Me dijo -últimamente me gusta como te vez- Otra vez se marchó sin que yo pudiera hacer algo.

Decidí que este sería mi día crucial, y que almenos debía preguntar que era todo lo que sucedía. Gracias a los cielos apareció. Esta vez yo tomé la iniciativa y salí a su encuentro. Me dijo -te he visto y he venido hace mucho tiempo, pero necesito que brindemos o sino no volveremos a vernos- Volví a mi habitación, me sentí feliz por aquel momento, brindé por mi salvación y esperanza de repetir este momento. Nunca creí que me gustara alguien que siempre vestía de blanco. Dormí esperando el día siguiente.

El primer día que lo vi, me dio un trago, creo que lo hizo porque estaba cruzándome en su camino. Nunca quise cruzarme en el camino de nadie.

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