jueves, 22 de marzo de 2018

La Llamada


Por: Edwin Arley Bedoya López
Temática libre

Su celular sonaba insistentemente, Juan lo había ignorado pues estaba cansado, además era un número desconocido. Seguramente sería del trabajo pensó, pero ante la insistencia decidió responder; buenas noches dijo, del otro lado se escuchó una voz entre sollozos, tenemos que hablar, mi esposo lo sabe todo y quiere matarnos. Juan sintió como su pecho se contraía y su pulso se aceleraba, la voz de Julia era casi ininteligible debido al llanto pero continuo  diciendo, estoy embarazada, está vez Juan sintió que su vida se desvanecía, hacía solo pocos días que había decidido dejar su relación extramatrimonial, renovar su hogar y olvidarse de su fugaz aventura pero esto lo cambiaba todo.

Los pensamientos fatalistas no se hicieron esperar, sabía que su esposa no le perdonaría una nueva infidelidad, lo abandonaría y se llevaría a su pequeña hija, esa soledad le aterraba. Trabajaba en la empresa de su suegro así que todos los años luchando por ascender se irían a la basura, el viejo no le perdonaría hacer sufrir a su hija y con el poder que tenía se aseguraría de que nadie le contratase; su familia extremadamente religiosa le daría la espalda también; el panorama se tornaba cada vez más oscuro.

La voz al otro lado del teléfono había continuado su interlocución pero Juan inmerso en sus pensamientos la había ignorado, hasta que de pronto escucho algo aún más terrible, estoy en la puerta de tu casa, tu esposa debe saber lo nuestro. Su corazón casi se detiene no podía permitir que eso sucediera pero ¿qué hacer? Preso del pánico y la desesperación buscó en la gaveta de su mesa de noche el arma que hacía poco había comprado para proteger a su familia de la creciente  delincuencia del sector. No era un asesino nunca había disparado un arma, ¿podría matar a Julia? El tiempo se acababa y pronto toda su vida se iría al caño pero algo lo entristecía aún más, había destruido su hogar, le falló a la mujer que juró amar hasta el fin de sus días y el futuro de su hija no era más esperanzador, crecería odiándolo y eso le partía el alma. Juan, destrozado, desesperado y agobiado por lo que había hecho y por lo que pasaría a su familia colgó su celular, tomó el arma en sus manos y se decidió a hacer lo único que su turbado pensamiento le permitió dilucidar.

El sonido seco de un disparo perturbó la tranquilidad de la noche, el cuerpo inerte de Juan yacía sobre su cama, los gritos de su esposa y su hija fueron verdaderamente desgarradores y mientras la sangre fluía sobre la almohada el celular de Juan empezó a sonar insistentemente.

Del otro lado de la línea Jésica, una mujer de aproximadamente 25 años que se hallaba frente a la puerta de la casa de su amante y quien hacia una hora había escapado de su casa, sin poder ocultar la vergüenza en su rostro llamaba con intensión de disculparse pues había marcado un número equivocado y se había desahogado con un perfecto extraño. Nadie respondió así que solo tocó la puerta que tenía enfrente…

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