jueves, 22 de marzo de 2018

La incógnita

Por: Laura Marisela Oviedo Gualdrón. 
Temática libre

Enciendo la lámpara para seguir escribiendo, tomo un poco de chocolate para entrar en calor y así mis manos continúen con su trabajo. Hace varios días que venía la historia a mi cabeza, como relámpagos llegaban las escenas, pero retrasé la escritura debido a un detalle, cómo, cuándo y dónde ya estaba resulto, sólo faltaba a quién. Sin embargo, hoy amanecí con una idea distinta, comenzar a escribir y en el proceso resolver la incógnita.  

Hace tres días vino su hermana con un ramo de flores, pensaba que el aroma y colores hacían menos triste el lugar, pero para él era aviso de lo que venía. No quería que desde ese momento ensayaran el ritual de llevarle flores, al menos por el tiempo que le quedaba deseaba sentir que seguía vivo, pero todo en ese lugar lo hacía sentir más de ese lado oscuro e incierto que del nuestro. Estaba sentado mirando hacia la ventana que daba a la calle, con gran dificultad estiró el cuello para ver si ella venía, ella, la que borra lo demás y lo hace sentir vivo. Pero no llega nadie, y menos ella, nadie sostiene su mano ni le acaricia donde antes había cabello, hace una pausa, mira al techo y con un suspiro se dice: -la muerte es la cosa más tortuosa cuando se espera, cuando se tiene conciencia de que no tarda en llagar, y ese camino entre la vida y la muerte se recorre solo, tan cierto ahora como cuando la habitación estaba llena de las personas que más amo y me aman; no se puede transitar acompañado, porque aunque la muerte nos es común a todos, la transición es singular-. Con esto último y con la imagen de los sueños que dejará atrás cierra los ojos y se queda dormido. 

Habían pasado por lo menos dos horas, abrí los ojos al sentir la mano de mi esposa abrirse paso entre mi pelo, levanto la cabeza para ver esa tierna sonrisa con que me invita a la cama, mañana terminaré de escribir, ahora solo quiero descubrir la tibia belleza que se esconde bajo su abrigo y pijama.  

Con mucha prisa se acerca una enfermera a su cama, ha estado con fiebre intensa y espasmos las últimas horas, le dice la enfermera al doctor que la sigue y este contesta que los pulmones son el mayor problema. Mientras dormía han colapsado sus pulmones, ahora depende totalmente de la máquina de oxígeno. Siente que le duele, que le quema, pero con su último aliento se quita cánula, extiende el brazo izquierdo en la cama, como queriendo abrazar a su esposa, y sin abrir los ojos, en medio de un suspiro, dice: -querida, no voy a poder terminar la historia-. 

1 comentario:

  1. Es un cuento impactante, hace que reflexione sobre la vida y sobre lo que hago día a día para disfrutarla antes de partir

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